El encierro hecho la vida

Para muchos el encierro es la pérdida de la libertad total: un reo por ejemplo ve la puerta del juzgado cerrarse al terminar su juicio, años de sentencia que debe cumplir dentro en una cárcel.

Un trabajador infeliz ve el ingreso a la fábrica como un encierro, un estudiante sentado en un aula todo el día quizá también.

Un ser sociable ve el encierro como un castigo, algo aburrido, un día que no ha valido la pena contar. Una persona introvertida y tímida ve el encierro como un símbolo de paz, una soledad para estar en silencio y disfrutar.

Con la pandemia del COVID19 el encierro significó la vida. No contagiarse, no perjudicar a otros, se convirtió en un acto altruista y en un acto egoísta, en algo inteligente y también en algo humano. El encierro se volvió la nueva vida.

Pero para este gato, el encierro que ha sido toda su existencia, solo le dejo encariñarse con la presencia de sus dueños las 24 horas del día (producto de la pandemia pero eso el animal no lo sabe). Tanto así que este gato ya imita actitudes humanas, pasa las horas de trabajo frente al computador, va a comer igual que sus dueños y en la noche si se lo permite, ve unas horas la televisión.

Que a gusto es el encierro cuando no se sabe que lo es.