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Y Ramona pasó a ser un recuerdo

  • Writer: Dania Guadalupe González Rivera
    Dania Guadalupe González Rivera
  • Sep 7, 2021
  • 1 min read

Updated: Sep 9, 2021


Fotografía propia, tomada en mayo 2020


Cuando vemos a una persona adulta -y me refiero a adulta mayor- nos dan ganas de tener una vida igual de larga. De llegar con éxito a la longevidad. Yo, de igual manera me pregunto qué secretos, vivencias escondidas y pensamientos siguen recorriendo su mente y vivió con su cuerpo.


Me gustaría saber el éxito de sobrevivir tantas experiencias de tristeza, de dolor y de separación. La curiosidad por conocer quién fue antes de ser madre, abuela, bisabuela, invade mi mente y cuerpo. Hoy, María Garza tiene 102 años. Ha tenido una larga vida, con mucha familia, muchos vasos de Coca Cola, ensalada de pollo y sopa de coditos. Su historia es interminable.


Bien he escuchado la frase “toda mujer tiene una historia de violencia de género, y si no la tiene, la conoce”. Este es el caso de María Garza y su hermana llamada Ramona, que es una de las tantas que ha de conocer. Ramona era una mujer joven que residía en Monterrey. En algún punto de su vida se enamoró de un joven que venía de Ciudad de México.


Tiempo después decidieron casarse y él la convenció de mudarse a su ciudad natal. Ramona accedió. El día que partió fue el último que María y su familia pudieron ver a Ramona. Su esposo la controlaba, rara vez enviaba cartas. Hasta que un día dejó de hacerlo. Y Ramona pasó a ser un recuerdo. Uno doloroso que se tuvo que superar. Ahora es una historia que ha pasado de voz en voz familiar.


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